El Viernes pasado, día
30 de Noviembre, asistí a una conferencia impartida por Ramón de Andrés,
profesor de la Universidad de Oviedo, presidente de la Fundación Caveda y Nava, miembro de la Academia de la Lengua
Asturiana, filólogo y gramático de gran prestigio a nivel nacional.
El coloquio llevó como
título El contacto entre lenguas:
asturiano y castellano. Más allá de centrarse en el caso concreto dado en
Asturias, parte de León y Miranda del Duero, de Andrés compartió buenos ratos
con los alumnos que decidimos asistir a su puesta, sobre todo al ser capaz de
asimilar el fenómeno lingüístico comentado al deporte rey. De esta manera, una
vez acabada la conferencia y, por motivos estrictamente universitarios, me vi
obligado a reflexionar sobre sus ideas, y acabé por resumir el pensamiento de
Ramón en unas simples palabras:
"Las lenguas son como equipos de fútbol. El conflicto entre lenguas en contacto es un partido en el que ambas porterías lingüísticas pueden ser asediadas indistintamente por los equipos lingüísticos que disputan el match en el estadio -un mismo terrirorio-. El conjunto que más goles encaje será el que acepte más los cambios de la lengua contraria. Es evidente que no todos los equipos cuentan con un Puyol, un Piqué, un Pepe, un Ramos, en sus filas y los cambios
lingüísticos entran entre los tres palos de manera desigual. De igual manera,
hay goles que son el producto de un contraataque o pueden ser propia puerta,
pero ahí está la magia del fútbol lingüístico".
Es decir, ambas lenguas viven en un mismo espacio geográfico y se influyen
la una a la otra. Muchas de las mal llamadas “alteraciones” que puede sufrir
una lengua –transacciones, adaptaciones- pueden venir dadas por la imposición
de ese concepto de una lengua a otra o por una aceptación de una de las
comunidades de hablantes.
A la hora de llevarlo al terreno catalanohablante, si bien Ramón de Andrés
no pudo explayarse demasiado, la búsqueda de bibliografía tuvo sus frutos, y encontré
un pequeño capítulo de Hans-Ingo Radatz, filólogo alemán, titulado Castellorquín: el castellano hablado por
los mallorquines, dentro de El
castellano en las tierras del habla catalana, publicado por la editorial Lingüística Iberoamericana en 2008.
En él, se pueden encontrar fenómenos sociológicos como la llegada de
emigrantes de la parte sur de la Península a las Baleares –els “forasters”- y
los hijos de éstos en la isla de Mallorca –els “fets aquí pels d’afora”- con
datos del censo de población en la capital balear, Palma de Mallorca, fechados
en Noviembre de 1998. De igual manera, las interferencias lingüísticas creadas
por el contacto con los hablantes del dialecto catalán insular y los castellanohablantes
han dado resultados fonéticos, morfológicos, sintácticos y léxicos están
explicados.
Pero la parte buena está al final del capítulo, en el que Radatz se centra
en el castellorquín, ese castellano
influenciado por rasgos de los mallorquines, y que se impone sobre la “lengua
colonizadora”. Para ello, muestra como ejemplo de letras de canciones como "Telefóname" o "Los Quemelos" del
famoso grupo mallorquín –y en Mallorca, fuera no lo sé-, Ossifar. Tan castellorquín como el grupo, lo es Lorenso Llamas, personaje del conocidísimo Agustín el Casta. No hay ni habrá ninguna Madonna Mallorquina como la suya.
Encontrar ejemplos así, al igual que símiles futbolísticos, hacen disfrutar
del estudio de la sociolingüística, que pudiera parecer aburrida, pero es más
interesante de lo que uno pueda pensar.
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